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El origen de la inversión inteligente

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El origen de mi inquietud sobre las formas más racionales de invertir los ahorros de un particular es una clase de finanzas del Executive MBA que estaba cursando en el IESE.

El profesor Fernández invitó un colega suyo, el profesor Palacios, para orientarnos en cómo podíamos planificar la inversión de nuestros ahorros para garantizarnos el mejor retorno en el momento de la jubilación.

En esa clase, en la que no se dió ningún valor bursátil mágico para forrarse en las siguientes semanas, abrí los ojos en lo concerniente a como había gestionado mis ahorros. Inversiones basadas en modas, expectativas o inversiones en activos con un alto coste de gestión parecían ahora ridículas si hubiese realizado un mínimo análisis.

La sencillez con la que desgranó los diferentes productos de inversión y cual podía ser la estrategia más ineligente hizo que, al terminar, mefuese directamente a la librería a hacerme con una buena parte de la bibliografía que había recomendado. Libros de Graham (The Intelligent Investor), Bernstein (The Four Pillars of Investing) o Swensen (Unconventional Success: A Fundamental Approach to Personal Investment) se apilaron en mi mesa de noche.

Y como casi todo el material es muy orientado a los ahorradores estadounidenses, estoy intentando trasladar algunos de los conceptos a las posibilidades de inversión que los inversores particulares tenemos aquí.